jueves, 10 de julio de 2008

hablemos en serio

HABLEMOS EN SERIO


Hace unos días un colega me comentó que se sentía culpable porque se había olvidado de traerme no sé qué video que me había prometido. Para consolarlo, le dije que hablar de culpa me parecía exagerado.
Además, díjele si vamos a hablar de culpa, disculpáme, no lo tomés a mal, pero hablemos en serio. Culpa, lo que se dice culpa es lo que sentí esta mañana cuando, al tratar de abrochar el único pantalón grueso que hasta el invierno pasado me entraba, descubrí con sorpresa que había encogido 2 talles (el pantalón, digo). No te voy a negar que traté de endosarle la culpa a Tita y sus métodos de lavar, pero me pareció una ex-cusa rastrera, así que hundí la panza, concentré mis fuerzas en el botón que apresaba con dificultad entre mi pulgar y el índice de mi diestra mano mientras con la siniestra tironeaba de la presilla (aporte lexicográfico de Utilísima Puntos y Puntadas). Después de reiterados fracasos, logré el objetivo propuesto porque, como bien dice el saber popular, persevera y triunfarás. Claro que también es cierto que la gloria es efímera; apenas solté el aire, el botón salió disparado cual saeta, rebotó contra un herraje del ropero y en su trayectoria mortal casi despeinó la oreja izquierda de Woody que dormitaba aún. Aterrizó abajo de la cama, entre 2 pelusas orondas que la aspiradora de Tita eludió tantas veces con vehemencia tenaz.
-Bueno; esto se pone feo...murmuré entonces como el Paulino aquél. Claro que no me había picado una víbora sino el bagre y por bastante tiempo debo haberme dedicado a calmarlo, a juzgar por el diámetro abdominal que, como aquella hinchazón literaria, no hacía más que crecer.
Pensé en pedirle caña a mi mujer pero conforme al antecedente citado, lo temprano de la hora y la consuetudinaria indocilidad de mi cónyuge no sólo iba a ser al pedo sino suicida.
Me enfundé como pude, amarré el lompa con un alfiler de gancho (contribución de Practiquísimas .com), tapé con un suéter cortón pero eficaz aún y me fui a trabajar.
Al volver, presto, me enbuzé, me enzapatillé, me encamperé y me dirigí, cual practicante de un deporte de alto riesgo, a redimir tanta molleja responsable y tanto locro ominoso.
Salí a caminar por (culpa de) la cintura cósmica del Sur.

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